Desde el enfoque transpersonal en psicología, todo lo que interfiere y desequilibra la salud mental, psíquica, psicológica y física tiene un origen. La vida no es fruto del azar, lo que sugiere que procede de un plan, aunque no sepamos bien cuál pueda ser. Existen pruebas científicas de nuestra composición energética, lo que nos lleva a la necesidad de plantear alternativas a la ciencia clásica materialista.
Desde esta perspectiva, si aceptamos que somos energía y que esta no muere, cualquier cosa que se manifieste en cada experiencia de vida puede tener un origen que, aunque oculto para nosotros, existe.
Como consecuencia, cuando algo latente, bloqueado en el tiempo, se manifiesta, la vida también lo hace, a modo de prueba o lección. Los síntomas pueden ser variados, aunque con un nexo común, pues todos tuvieron un origen en algún momento de la existencia de la energía o el alma.
Si la vida es una experiencia y un aprendizaje, los “problemas” por los que pasamos son parte de dicho aprendizaje, necesario para evolucionar.
Esto nos lleva a buscar un mismo camino para cualquier perturbación que se presente en la vida. Aunque la forma de exteriorizarse sea muy distinta, todas obedecen a un desequilibrio de la energía que nos compone. La energía no solo se manifiesta cuando está dando vida a un cuerpo, sino que también puede hacerlo después de que ese cuerpo haya muerto.
La ansiedad es una de las formas más comunes en que se manifiesta. Al acceder al inconsciente y encontrar cuándo y cómo se originó, se produce una catarsis que permite que el síntoma remita, tras haber tomado conciencia del motivo por el que se generó.