A veces pienso que en las facultades de medicina se deberían dar más lecciones de empatía con el paciente. El momento del despertar tras un coma es increíblemente satisfactorio para los familiares y conocidos que rodean a la persona, pero lo es más para los médicos que han tratado de salvar su vida. Sin embargo, un excepcional caso dejó a una chica semiconsciente de todo lo que sucedía en su habitación.

Brisa Alfaro sufrió un ictus y un ataque de alergia (aún no se sabe a qué fue debido) mientras volaba de Los Angeles a Nueva York. Al principio pensó que solo sería un ataque de alergia pero, al llegar al hospital el diagnóstico fue bastante más severo. Comenzó a sentirse muy débil, a perder la movilidad de su cuerpo, y tuvo que ser ingresada de urgencia en el hospital prebisteriano de Nueva York.

Durante un tiempo, Brisa pudo escuchar y ver todo lo que acaecía a su alrededor, pero nadie lo supo hasta el momento en que comenzó a moverse y pudo demostrar que seguía allí, que nunca se había ido. Desafortunadamente, tuvo que escuchar en varias ocasiones que su vida corría serio peligro y que los médicos no sabían si merecía la pena seguir teniéndola entubada, cuando su destino estaba ya escrito.

Desde que comenzó a mover alguna extremidad, Brisa pasó entre 2 y 3 meses comiendo por un tubo y realizando una serie de ejercicios de estimulación muscular. Ahora, ya mucho mejor, sabe que su vida ha cambiado por completo, y deberá afrontar su futuro de otro modo. Para el próximo caso, los médicos deberían hacer sus diagnósticos off the record fuera de la habitación.