No conocemos todo sobre el Universo, y su magnitud nos deja muchos aspectos fuera de nuestro entendimiento. Aun así, parece razonable pensar que, ocupando una parte insignificante del cosmos, podría haber otros planetas habitados por seres similares a nosotros o con características diferentes.
Si aceptamos que el Universo fue creado, podríamos suponer la existencia de un plan superior, aunque no logremos comprenderlo en su totalidad. Dentro de ese plan, podrían existir jerarquías basadas en factores como el tiempo, las experiencias, la inteligencia o cualquier otro grado de evolución.
Desde una perspectiva evolutiva, podríamos entendernos como energía o almas, siendo esta energía lo que da «vida» a los cuerpos físicos. Cada alma necesita pasar por diversas enseñanzas para avanzar en su evolución. Dependiendo del nivel de desarrollo en el que se encuentre, elige un lugar donde llevar a cabo esas experiencias necesarias para su crecimiento.
Parece que nuestro planeta no es de los más adelantados en este proceso evolutivo. Por ello, la vida aquí suele implicar tránsitos de dolor y sufrimiento, tanto físico como mental y emocional. Sin embargo, estas experiencias son necesarias para superar las lecciones que tenemos pendientes.
Según relatos de algunas almas, son ellas mismas quienes eligen venir a la Tierra, conscientes de que será una experiencia complicada, pero también necesaria para su evolución. Nuestra responsabilidad como seres conscientes es tomar conciencia de ello, actuar en positivo y aprovechar el tiempo que tenemos en este plano para liberarnos del peso de nuestras cargas y avanzar hacia una mayor comprensión y paz.