Como sabemos, las emociones son canales de energía. El miedo, la rabia, la ira, la envidia, los celos, el odio… se manifiestan cuando nuestra energía está en desequilibrio. Es crucial tener conciencia de esto, ya que los pensamientos y las palabras también son canales de energía. Cuando, debido a un desajuste, albergamos pensamientos negativos y los verbalizamos, generamos un bucle del que es difícil salir, ya que potenciamos con esos pensamientos y palabras la manifestación correspondiente a su vibración.
A todos nos gusta la felicidad, la alegría, la paz interior, vivir bien, tener salud… pero todo esto no viene de forma automática. Es necesario un esfuerzo y una toma de conciencia para crear lo que queremos. No basta con desearlo; hay que poner los medios para que se haga realidad. La buena noticia es que podemos lograrlo, aunque sin esfuerzo no hay recompensa.
Podríamos preguntarnos: “Fulano no puede ser feliz, no tiene trabajo, su pareja lo ha dejado, está siempre triste, deprimido, no le alcanza para subsistir, etc.” La respuesta sería: está así porque no ha hecho todo lo que tenía a su alcance, o no lo hizo porque está así. Hay mucha información al respecto y todos tenemos mucho margen de mejora, pero para que esta se produzca, hay que creer que podemos y hacer todo lo necesario hasta conseguirlo.
Si no controlamos un coche, este puede desviarse y provocar un accidente. Con las emociones ocurre lo mismo. Pensamos que actuamos de esta o aquella manera porque “somos así”, porque es nuestra personalidad o carácter. No y no. Con conciencia, las emociones pueden ser domadas para lograr una convivencia mucho mejor.
Con una energía equilibrada, la mente estará en armonía y el cuerpo tendrá menos enfermedades. Tal vez este factor sea más importante para la salud que la propia alimentación. Además, cuando la energía está en equilibrio, nos ayuda a desbloquear emociones que quedaron atrapadas y que pueden regir nuestra vida sin apenas ser conscientes de ello.
La psicología transpersonal no solo tiene en cuenta el cuerpo, sino también las emociones, el alma y el espíritu.